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Licha Jauregui Gaeta
Licha es una de mis compañeras en la clase de baile de los domingos, llama la atención por su vestuario, siempre tan colorido y con su toque de profesional como modista, Confecciona sus bolsas tejidas en gancho del color del vestuario con las anillas de las latas de aluminio. Además, porta sombrero muy coqueto. Los años no son un obstáculo para desplazarse en autobús, tiene tan buena energía que después de la clase se traslada al centro de Guadalajara con otro grupo de amigas a seguir bailado. Más de 70 años como costurera independiente y continúa haciendo arreglos de ropa.
Al cumplir 60 años inició en la clase de baile, estuvo en varias academias con el objetivo de practicar ejercicio y los domingos es cuando toma la clase en la academia de Salsa Ritmo&Candela con el maestro Gustavo, pero al terminar continúa con su ruta se va a bailar con sus amigas al centro de Guadalajara.
Me llama la atención las historias de mujeres que sin estudios son las proveedoras de la familia, madres “nutricias” que dedican su vida para darles valores y educación a sus hijos. Es importante compartir esas historias de mujeres en el marco de la celebración del Día de la madre, tan comercial, pero es cuando los hijos se acuerdan de felicitar y agradecer a sus madres.
Licha es muy sana y con tan buena actitud mental que a sus 83 años no tiene ninguna enfermedad. Ese optimismo y orgullo de la tarea bien hecha es contagioso y un ejemplo para las jóvenes que tienen todo a su favor. Nació en Ahualulco cerca de Guadalajara, su abuelo de origen español, fueron 10 hermanos, cinco mujeres y cinco hombres, la mayor de 88 años. Su padre trabajaba en la fábrica de tequila “Viuda de Romero” vivían en la hacienda, los dueños eran españoles y todo el material de la construcción lo traían de España. Su madre confeccionaba la ropa de sus hijos, en una máquina de pedal, no había luz, ni escuela un maestro les daba clases, con aprender a leer y escribir era suficiente.
Su hermana mayor se vino a Guadalajara, decepcionada por la muerte de su hijo por falta de atención, no había servicios médicos, después a sus 17 años se vino Licha en busca de oportunidades de trabajo. Encontró trabajo en una fábrica de ropa en donde confeccionaban pantalones de vestir y camisas para hombres, cuando tuvo a sus hijos, renunció a su empleo, pero como era tan responsable, el patrón le llevó la máquina a su casa y ahí siguió maquilando.
Después de tener cuatro hijos el marido la abandonó, resultó deudor alimentario, bueno en estos tiempos si los obligan, pero no aportaba y como una guerrera empoderada no se rindió trabajó más horas, confeccionaba pantalones de vestir y camisas, hasta que llegó la mezclilla se le fue terminando la chamba. “traían los pantalones de China y salían más baratos que el material con que los confeccionaba”. Encontró trabajo en otra fábrica, su motivación era que su hijo Ricardo Gutiérrez Jauregui estudiara medicina, terminó su especialidad como oncoginecólogo y trabaja en el IMSS. “Siempre trato de andar muy arreglada para presumir que soy la mamá del doctor”.
Cuando su hijo estaba estudiando, se le complicó más la vida una de sus hijas le dejó a sus dos hijos de 7 y 11 años y no ha vuelto a saber de ella. “Me las vi tan duro, muchas veces me quedé con las ganas de comprarme un refresco” Pero educó muy bien a los nietos estudian y trabajan, el mayor de 27 estudió farmacobiólogo y la hermana trabaja en una empresa de tecnología.
tenía unos 50 años entró a estudiar sastrería, ella quería aprender a usar la escuadra, la curva y la recta para hacer los trazos. Las clases las tomaba los domingos ya que en la semana trabajaba. Hace cinco años obtuvo su certificado de la primaria en el DIF y se siente muy orgullosa “Presumo que tengo mi certificado, no me dio trabajo ya había aprendido en la escuela de la vida, sentía feo cuando me preguntaban que escolaridad tengo”
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