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Las recompensas al cerebro son muy seductoras

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Escrito por Rosa Chávez para RELEVANTE MX

Los centros de recompensa en el cerebro no han cambiado en aproximadamente 50000 años. La industria alimenticia moderna lo sabe y extiende sus instintos paleolíticos para seguir incrementando el negocio. Una de las metas de la industria alimentaria es crear productos que sean muy atractivos para los consumidores. Los alimentos contenidos dentro de una caja, bolsa o recipiente han evolucionado en el diseño para crear deseos.

Inmersos en la cultura consumista y desechable, las grandes compañías invierten millones de dólares en descubrir el crujiente adictivo para las papas fritas y las burbujas que debe tener un refresco para agradar a los consumidores y convertirse en la preferencia de los clientes.

Es un hecho las bebidas, las sodas o refrescos se volvieron adictivas y se volvieron un problema de salud pública. La industria alimenticia invierte en investigación para mejorar los productos y para sean más adictivos. Esta cualidad se llama orosensorial, las papas fritas tienen ese atractivo; son crujientes, su color dorado como el oro y ligeras y suaves en el interior.

Otra adicción son las palomitas en el cine, muchos dicen que van al cine por comprar las palomitas no tanto por la película. En otros alimentos utilizan el contraste dinámico esos productos con una combinación de sensaciones: cremosos y crujientes, como la famosa pizza, el queso derretido con una cubierta crujiente, el color rojo del tomate y el blanco del queso.

En la comida que no está procesada no sucede lo mismo, el cerebro pierde interés y pronto te sientes satisfecho, lo que no sucede con los alimentos que tienen el contraste dinámico, de manera que se dispara el impulso de comer más. La industria lo sabe y los científicos están encargados de encontrar la combinación indicada de grasa, sal y azúcar que excitan al cerebro, de pronto solo con verlo excitan al área de recompensa en el cerebro y se vuelve adictivo. Mientras más atractivo el producto, causa adicción y se vuelve un factor de formación de hábitos.

La sociedad moderna vive del consumo, la industria utiliza el marketing y el diseño para hacer más atractivos los productos y con esto incitar al consumo, todo lo contrario, a las conductas de nuestros ancestros. Hoy en día vivimos para comer y los ancestros comían para vivir.

El consumismo está en todas las áreas, las tiendas de ropa muestran maniquíes con pechos y caderas exageradas para vender novedades. La industria de la pornografía grava escenas estimulantes con actores que conocen muy bien su trabajo, los instintos enloquecen y se vuelve un producto adictivo.

La tecnología incita los hábitos de compra, al uso abusivo de la pornografía, las compras en línea, los juegos de video, los hábitos alimenticios y muchos otros. La comida chatarra es una tentación de calorías que no ofrece la comida natural, los videojuegos son más atractivos que los juegos de mesa. En cuanto a la biología es el mismo cerebro que nuestros ancestros, pero ahora tenemos que enfrentarnos a tentaciones que ellos no conocieron.

Los hábitos son un circuito de retroalimentación impulsado por la dopamina, los químicos se activan con las conductas más básicas como comer, beber y tener relaciones sexuales. Por años los científicos asumieron que la dopamina solo estaba relacionada con el placer, pero sabemos que desempeña un rol importante en muchos procesos neurológicos: la motivación, el aprendizaje, la memoria, el castigo, la atención y los movimientos voluntarios. Cuando se trata de hábitos, la clave es la dopamina y no solo se libera cuando experimentamos placer, también cuando se anticipa.

Los adictos a las apuestas tienen una descarga de dopamina, antes de hacer una apuesta, no después de que ganan. En los adictos a la cocaína cuando ven la sustancia, no después que la ingieren. Siempre que se predice una oportunidad se convertirá en recompensa y los niveles de dopamina alcanzan altos niveles debido a la anticipación. Es la anticipación de la recompensa, la que incita a la acción.

El deseo es el motor que conduce a la conducta, cada acción se realiza debido a la anticipación. Por eso la anticipación causa mucha ansiedad: una boda, la fiesta de los XV años, la graduación, la luna de miel, terminar una casa en construcción, en fin.

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