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¿Se puede ser optimista en estos tiempos?
El optimismo y el pesimismo tienen que ver con las historias que nos contamos a nosotros mismos después de nuestros éxitos y de lo que algunos llaman fracasos. Por ejemplo, un divorcio, si lo llamas fracaso, pueden sentirse culpables con los hijos y avergonzado ante la sociedad. Si el negocio no prosperó como desearon, en lugar de culparse, revisa que puedes aprender para el siguiente. Para iniciar con el tema los invito a reflexionar en las historias que nos hemos contado, las historias importan, son creencias que compartimos en la familia y en el entorno social.
El tema se me vino a la mente cuando escuchaba a una paciente llorar por las conductas de su familia y son tan comunes en la mayoría, en las qué hasta yo he estado inmersa, los invito a reflexionar. Una paciente, me comentó muy afligida. Cuando estaba en la primaria la maestra habló con su mamá y le dijo: “Señora su hija es muy dedicada, muy buena estudiante, lleva muy buenas calificaciones” Cuando llegaron a casa la mamá le dijo a la niña: “Seguramente estas copiando no creo que esas calificaciones sean tuyas” La niña no pudo defenderse, no entendió porque su madre la hizo sentir una ladrona, en lugar de una felicitación como ella esperaba, pero no fue una, fueron muchas ocasiones en que la madre la confundía con sus comentarios tan despectivos y tan diferente al trato que le daba a su hermano. Esa falta de reconocimiento de su madre la ha cargado a lo largo de su vida laboral, se ha preocupado por prepararse, tomar cursos, diplomados para ser una experta en su trabajo, vive para trabajar, se queda tarde, desde que trabaja en línea, no descansa ni los fines de semana, luego se queja de que no la toman en cuenta, la jefa y las compañeras la ven como bicho raro. Hasta que revisamos su vida recordó las palabras de su mamá. El tema central es la falta de reconocimiento de las figuras más importantes en la vida: los padres, los abuelos y hasta los maestros.
Hablando de familias, son pocas en las que son optimistas y se motivan por sus logros. Tenemos la mala costumbre arraigada y cultural de resaltar el defecto, el error. Cuando era niña la costumbre era “no le digas que está bonita, ni que es inteligente porque se va a creer mucho” lo que hoy en día significa narcisista, y remataban con calladita te ves más bonita. Las de las generaciones anteriores comentamos lo difícil que ha sido recuperar autoestima. El tema del amor propio llamado autoestima, inició en 1890 por William James, con tres conceptos: El yo personal: las habilidades, talentos y valores. El social: La imagen que proyectamos y la valoración que recibimos del entorno social. El material, el valor que le damos a nuestro cuerpo y nuestro estatus social. Fue hasta los años sesenta que la psicología llamó la atención en los medios de comunicación y que se difundió el concepto. Pero hay personas que, a pesar de tener muchas cualidades y un buen estatus no han cultivado su autoestima, políticos, futbolistas, empresarios son presumidos, narcisistas, pero esconden sus inseguridades en el lujo y presumiendo logros y objetos como el presidente Trump.
El optimismo es una actitud mental y emocional que implica esperar y anticipar resultados positivos, en situaciones difíciles y de pérdida. Las personas optimistas creen que las circunstancias pueden mejorar, ven oportunidades en los desafíos y mantienen una actitud esperanzadora hacia el futuro. El optimismo no solo influye en cómo vemos el mundo, sino también en cómo enfrentamos los obstáculos y buscamos soluciones. La persona con buena actitud mental es más sana, cuida su cuerpo y se libra de enfermedades incluso del cáncer.
Hay dos tipos de optimismo: *el positivo, ese que encuentra lo bueno a las tragedias, los que lloran la pérdida, pero no se quedan tirados a ver quién los levanta. *El falso optimismo, el que evade, el que reprime, el que niega y que está fuera de la realidad, ese que espera que Dios o por arte de magia todo se resuelva, incluso de enfermedades y no hace nada por su salud, el que dice; “aquí no pasa nada” y tiene las broncas encima. Varios pacientes me han comentado que su padre escondía las deudas hasta que un día los echaron fuera de la casa y hasta perdieron el negocio.
Necesitamos desarrollar el optimismo realista, ese que nos permita salir de situaciones en crisis, lo necesitamos a nivel colectivo; los optimistas pueden ser lideres, otros los seguirán, pueden iniciar en las redes sociales, así como hay grupos de diferentes temas, eso se llama formar ciudadanía, unidos podemos reconstruir el tejido social y la paz que tanto anhelamos
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